A FLOR DE PIEL

La última capa del cuerpo alimenta el espíritu con el mundo

El acecho circunda en la venas.


Me gusta rodearte y mis ojos lo consienten: admiran al incauto cuello creyente de mi boca, estático sentirá en cada flanco dos o tres locuras de mi lengua.

Mis manos sueltan tus lóbulos y vuelan al precipicio, las yemas resbalan a la melodía arterial y los dedos diacrónicos innovan con  las vibraciones de tu afonía. Por una curiosidad, emprendo  el viaje entre cabellos ondulados y una inexplorada cerviz, asciendo a la corona y mi tacto sujeta los  surcos y las fibras en un amarre de colonia y aceites. Beso tu mentón y no divisas la retirada de la ligadura.
Solitarios y conquistados, das un suspiro al zenit y yo un beso al puente entre tu juicio y el calor.
Ahora acecharé tu recuerdo. Vigilante y paciente, de vez en cuando conocerás de mí.


¿QUIÉN DECIDE?

El cabello entregado al vacío, apenas se enredaba entre las redes de la gravedad, aquella fuerza eterna lucía pálida ante la decisión de alcanzarnos en el placer mutuo-


Es un proceso metódico revivir esa exhalación larga, entrecortada y áspera, te beso, te acaricio, te socorro en las profundidades, caricias continuas, rápidas y fuertes y, el contraste en segundos.
Decido si realmente quiero escucharte en los sonidos recordados o es la melodía tierna la que busco o el silencio iracundo provocado por el temblor rotundo de tu cuerpo… aunque finalmente tú has decidido todo.
Son tu imaginación, tus células y los miles de pensamientos que te persiguen las letras de este legado, te he vivido en cada acto: tus palabras conductoras del impulso natural, tu olor descendiente de la genética y el alma son los mercurios de tu poder.
Tú, ingenua y amante enciendes el futuro y la historia, inicias la inversión en la catarsis, entregando las ofrendas al cielo y, a mí: las perlas que descubres de tu boca y las pupilas navegando detrás del velo, las curvas que dibujas con el mentón y las marcas filosas de tu labio inferior.
Tú eres la vida y la forma de cada momento. Al final, el proceso metódico se desmorona y sólo anda en mi cabeza el suspenso, tu voz y mi amor.


¿Qué sonido prefieres?

Cuando de la boca se exhala y el vapor se posa en el cuello de la otra persona? o en el momento que el pantalón guiado por manos ajenas camina por los muslos, pantorrillas y tobillos?

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